Gómez y Yo
Por Oscar Adrian Gómez, Director de la Corporación Palegriaz.
Por Oscar Adrian Gómez, Director de la Corporación Palegriaz.
Al otro, a Gómez, es a quien le ocurren las cosas. Gómez camina por un pasillo del Ministerio, deja enfriar un poco el café mientras comenta el alza de la UPC y la nueva reforma que avanza en el senado. Yo miro las montañas y la UPTC, sin haber cenado aún, caliento el café en silencio, pensando en la forma de escalar al Ministerio mis avances. Gómez se viste de traje y con sus labios emana palabras de hermoso constructo, ante eminentes directivos, también de traje, que le observan con atención infinita y toman nota de su cabeza brillante. Yo subo a la terraza y veo el brillo que emana mi cabeza con el sol. No traje agua ni traje nada, observo que se secan los labios y la palabra llamando la atención de eminentes directivos y tomando nota de sus constructos. Gómez entra a su oficina y pone el saco en su sitio. Su secretaria anuncia que el alcalde espera, y deja oficios urgentes de propuestas que se avalan con su firma. Yo me pongo el saco para entrar a la oficina, muestro a la secretaria del alcalde el oficio de la cita, y al seguir espero que me firmen la propuesta. Gómez tiene la agenda vacía para ir de vacaciones, los tiquetes con check in para las cinco, la empleada vendrá el domingo y regresará a casa bronceado y con regalos, encontrando su casa impecable y la ropa doblada. Yo trato de llenar mi agenda, porque la OPS me tiene de vacaciones. Recibo una factura con corte para el 5, me la da un señor con su cara quemada y le regalo ropa doblada que está impecable. Gómez da una conferencia sobre la identidad, el hermoso rostro del Ikigai, los placeres gratuitos de la vida y la tibieza que siente cuando abre las ventanas en su finca. Yo me siento en mi silla fría, converso con un ente sin rostro qué me ayuda a entender mi Ikigai, y sin decir palabra sabe quien soy. Escribimos sobre las ventanas de Johari en el cuidado, hasta que su abierto saber sucumbe a mi versión gratuita. Gómez no tiene dilemas, se sienta a leer breviarios poéticos después del trabajo, y hace en dos minutos su plan consultor, discute con la gerente su plan de gestión, y solicita amablemente a Carlos, los pagos para Lucas y más snacks para la oficina. Yo no se si convertir servicios en herramientas, si son mejores los convenios que los contratos, si el azul turquesa es más bello que el azul del cielo nocturno en mi membrete, si decir excelentísimo doctor o simplente doc, si Hector Abad o Lalonde lideran la salud de los muertos, y añoro con ansias que la sabia Margarita guíe la salud de los vivos. Yo soy ahora para que Gómez sea, estoy destinado a desaparecer y solo el recuerdo vivirá en el otro, no en mi, si algo soy ahora. Será que estás páginas son válidas y pueden salvarme? Tampoco sé cual de los dos las escribe.